jueves, 21 de junio de 2012

mi vida


Las risas y voces sonaban por toda la casa, pero eran tan lejanas. Yo solo miraba la habitación desde la puerta.
Buscaba algún indicio de los dos años que había pasado allí. Nada, no encontraba nada.
El mueble había sido desmotando, los posters prácticamente arrancados y la ropa e encontraba en bolsas de basura apoyadas en la pared.
Mas risas, mas susurros, que se marchen todos. Que me dejen sola.
Apago la luz, pero sé que el recuerdo de la habitación vacía no se escapara de mi retina.
Muchos ya le han dado la vuelta a la llave de la fina puerta de color marrón sin darse cuenta de que yo aun me encuentro dentro poniendo la cadena que tanta seguridad falsa nos había dado. Porque, quizás, no quiera marcharme aun a pesar de que debo. Me siento en el centro del vacío y sucio salón y cierro los ojos.
Así, pienso, que cuando los abra pronto volverá a estar lleno de risas contagiosas, de secretos, de conversaciones de las cuales no puedes, ni quieres, escapar, que hasta el más duro de los cojines te parecerá cómodo. Pero no ocurre así, el sofá, Mi sofá, se despide de mí con un último crujido, yo sonrió, quizás de lo absurdo de la situación, pero sonrió.
Cuando abro los ojos están todos, volviendo a reírse de algún chiste estúpido, no me rio, los miro pero sin ver, hablo sin saber que digo y lo único que hay en mi mente es esa habitación vacía a la que solo yo le doy importancia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario